Reflexiones rápidas sobre el turismo cultural



Aún me sigue sorprendiendo la consideración que se tiene, por parte de algunos sectores, de lo que es el turismo cultural. Para algunos, no es más que aquellos movimientos turísticos motivados por el deseo de visitar un museo, un monumento, etc. Pero no hemos de olvidar que el turismo cultural va (y ha de ir) mucho más allá.

El mayor valor del turismo cultural es la comprensión de la propia cultura y sociedad local que se visita. Y eso no se consigue únicamente con la visita a monumentos históricos o museos.

Al verdadero turista cultural le sirve de poco que le digan que un palacio es del siglo XVI si no le explican (y comprende) el por qué de ese palacio y cuáles fueron los condicionantes que permitieron la existencia de ese palacio en ese lugar y en ese tiempo. Tampoco sirve de mucho que el turista reciba, como explicación, la descripción artística minuciosa de la fachada barroca de una iglesia si no se pone en relación con el tiempo y el sentido del propio movimiento barroco y el por qué de su expansión y características. Pero, insisto, el turismo cultural va más allá de esta obviedad.

Este tipo de turismo debe hacer hincapié y prestar una especial atención al fenómeno festivo local. Pero no desde una oferta en la que al turista se le indica el programa de fiestas. El turista cultural querrá ver las principales características de la fiesta local, pero también querrá comprenderla; necesitará de una explicación que le permita asumir dentro de sus valores culturales (que son diferentes) los valores culturales locales. Una romería tiene un por qué, unos lenguajes específicos, unos rituales concretos… el turista cultural quiere (y debe) conocerlos.

El turismo cultural es inclusivo, como la cultura: incluye museos y monumentos, pero también gastronomía, fiestas, costumbres, literatura, arte y, también, medio ambiente. El territorio (social, cultural y medioambiental) es fundamental. La cultura se desarrolla en un territorio concreto, y su comprensión es fundamental para la comprensión de la cultura allí desarrollada.

Un verdadero desarrollo cultural del turismo debe hacer hincapié en la comprensión del territorio, de la sociedad y de la cultura, y debería incluir aspectos del turismo experiencial. El visitante que pueda comprender y tener una experiencia concreta dentro de la cultura a la que se acerca, será más sensible al respeto y la conservación de la cultura local. Si no es así, se seguirá corriendo el riesgo de que los recursos culturales atraigan un turismo genérico y, por tanto, con riesgos de ser invasivo.

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