21 de junio: Sacar la música a la calle


Hacer accesible la cultura a todos los ciudadanos, independientemente de su condición socio-económica, era uno de los pilares básicos de la denominada democratización de la cultura, un tipo de política cultural que, al menos a priori, hace tiempo que fue superada. Efectivamente, hoy en día ya no son tanto las barreras económicas las que dificultan el acceso a las manifestaciones culturales, un hecho ya superado con cierta generalización; actualmente deberíamos ver esta dificultad en otros componentes sociológicos, ideológicos, actitudinales y, sencillamente, de competencia de posibilidades de ocio y entretenimiento.

A su vez, el consumo de servicios culturales en los últimos tiempos ha cambiado. Actualmente, y en la gran mayoría de la población, se acentúa el carácter lúdico de la cultura más allá del puramente estético o experiencial. Y, en efecto, esta característica ha hecho cambiar los modos en que se ofrecen las actividades culturales a la ciudadanía.

El pasado lunes, día 21 de junio, se celebró en diversas ciudades el Día Internacional de la Música. Desarrollada e inventada por el Ministerio de Cultura francés de Jack Lang en 1981, la Fête de la Musique tuvo su primera edición el 21 de junio de 1982 como una forma de sacar la música de todo tipo a la calle. A partir de la existencia de unos altos índices de conocimiento y práctica musical entre los ciudadanos franceses, y de la máxima desarrollada por el Director de Música y Danza, Maurice Fleuret, de “la música en todos los sitios y el concierto en ningún lugar”, se vio la posibilidad de organizar un evento en el que los músicos aficionados, junto a aquellos profesionales, llenaran las calles de las ciudades francesas ofreciendo sus habilidades musicales a todos los viandantes y conciudadanos. Esta “Fête de la Musique” tuvo un gran éxito y, poco después, la idea comenzó a exportarse a otras ciudades y países, llegando actualmente a estar presente la misma idea en más de 430 ciudades de 110 países de todo el mundo.

Recientemente tuve la sensación (por mucho tiempo deseada) de vivir algo parecido en la ciudad de Valencia. El viernes 18 de junio, en una de las plazas con más significación social, se proyectó en una pantalla gigante al aire libre la representación de la ópera Carmen que estaba teniendo lugar al mismo tiempo en el Palau de Les Arts y que se proyectó simultáneamente en 43 ciudades europeas dentro del programa “Viva Europa 2010”. La coincidencia hizo que, mientras acudía al centro de la ciudad para ver el montaje de la proyección operística, me encontrara con una de las actuaciones musicales que, de manera periódica a modo de ciclo, se realizan en algunas estaciones de metro de la ciudad. La sensación fue agradable: acudir a una representación musical al aire libre en una tarde de verano, y encontrarme en el trayecto con actuaciones musicales en vivo y de manera gratuita. Lástima que fuera de manera muy coyuntural.

Sin menospreciar las actividades indicadas, hubiera agradecido que una misma proyección operística se hubiera celebrado en el Día Internacional de la Ópera, junto con actividades de promoción de este tipo de manifestación cultural para todos los públicos, que en esta ciudad se quedó huérfano. Igualmente, eché en falta que las actuaciones musicales en vivo y en la calle no se hubieran celebrado el 21 de junio por todos los barrios y distritos municipales. Yo hubiera aprovechado esos hitos en el calendario para promocionar sus respectivos estilos escénicos, siempre en la calle, independientemente de otros espacios posibles.

Considero importante sacar la música a la calle, más allá de las manifestaciones de las bandas de música a las que estamos más acostumbrados y que no están pasando por un buen momento económico ni de relación con las administraciones públicas. La gente llenaba la plaza y se paraba en la estación de metro frente al grupo que tocaba en ese momento; eso significa que hay un interés por estas actividades. ¿Por qué no generalizarlas con cierta regularidad? Cuestión de políticas, ideas, miras o planificación…

Comentarios

  1. Me ha gustado mucho esta entrada. Pienso igual que tu, el mundo de la música y más en particular el de la música clásica vive demasiado centrado en si mismo y esto es un problema.
    Los profesionales no somos conscientes de las posibibilidades que existen y pienso que realmente hay púbico para ella pero no sabemos cómo acercarnos a ellos.
    Realmente se debe ha de hacer un esfuerzo para salirse de las fórmulas de siempre y creo que se debería empezar por romper esquemas de tipo elitista y de inaccesibilidad porque la realidad es que la música es un lenguaje universal con un poder que subestimamos.
    Me alegra ver que ya existen gestores culturales del siglo XXI, felicidades por el blog.

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  2. Muchas gracias Isabel!
    Efectivamente, comparto contigo la idea de que el mundo de la música clásica y sinfónica ha de buscar nuevas estrategias para acercarse al público, desde el repertorio hasta los modos de explotación y comunicación, y eso no quiere decir que se pierda su esencia o su calidad artística y musical.
    Creo que todo eso pasa por abrir la mente y estar dispuestos a arriesgar un poco, a lo que no siempre están dispuestas las organizaciones.

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