Visitas guiadas


En el mundo de la cultura, especialmente en el sector de los museos, el patrimonio y el turismo cultural, es muy frecuente la utilización de guías que tratan que los visitante comprendan el territorio en el que se encuentran, de forma que asuman la importancia de los recursos culturales a los que puede acceder o visitar.


Por supuesto, cada persona es un mundo y, por ello, cada guía es diferente. No obstante, creo que siguen existiendo algunas carencias en la formación de nuestros guías culturales. Yo he ejercido en diversas ocasiones de guía en exposiciones y en otros recursos culturales, e incluso he formado a guías locales, y reconozco que no es un tema sencillo; si complejas somos las personas, más complejo es guiarlas, pero no imposible.


Recientemente tuve ocasión de visitar, en una muy corta escapada, la localidad de Bath (Inglaterra), y no dejé pasar la ocasión de realizar una visita guiada por la ciudad realizada por unos voluntarios locales agrupados bajo el nombre de "The Mayor of Bath's Corps of Honorary Guides". Durante la visita tuve la ocasión de comprobar una práctica que había leído y oído, pero que, sinceramente, nunca había puesto en práctica durante mis visitas. El guía llevaba una carpeta con diversas imágenes que iba mostrando a lo largo del recorrido; de forma que si durante su discurso nombraba a Enrique VIII, él mostraba una imagen de su retrato más conocido, o si explicaba la organización urbana de la ciudad, se servía de un plano de la misma; de esta manera, en todo momento el visitante se hacía una idea concreta de lo que iba narrando el guía. La visita guiada no fue perfecta, metodológicamente hablando, pero sin duda este recurso (que yo no había visto utilizar nunca) le daba un importante valor a la explicación.


Esto me hizo pensar sobre la formación necesaria para los guías. Aún hoy en día he tenido ocasión de ver guías culturales que no prestan atención a aspectos tan básicos como el ritmo de marcha del grupo, esperarse a hablar a que estén todos agrupados, o el tono de voz; sin hablar del no saber responder a cuestiones clave, prepararse poco el contexto fuera del guión básico aprendido, o incluso desubicarse a lo largo del recorrido. Parece como si cualquiera, con una mínima formación general, estuviese preparado para guiar un grupo, y creo que esa afirmación no se ajusta en absoluto a la realidad; es como si una persona, por el mero hecho de haber estudiado historia del arte estuviese plenamente capacitada para explicar una exposición pictórica; en absoluto, puede saber mucho de arte y de los cuadros expuestos, pero puede no saber transmitir esos conocimientos a un grupo de neófitos.


En otra ocasión, puede que escriba una entrada sobre aquellos aspectos básicos en los que se ha de hacer especial hincapié a la hora de formar guías culturales, aunque algunas referencias bibliográficas, como la Guía práctica para la interpretación del Patrimonio o la propia Asociación para la Interpretación del Patrimonio, son básicas en este tema. Sin duda, un tema complejo pero, a la vez, sumamente interesante.

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