"A mi pueblo no le gusta el teatro"



La gestión cultural municipal no es fácil, ni mucho menos, y el gestor cultural, independientemente de su experiencia y  formación, se encuentra continuamente con retos en cuanto a la participación de la ciudadanía en las propuestas culturales del municipio. Este aspecto lo tiene muy en cuenta Victor García Ángel en cuanto a las artes escénicas se refiere, y trata de ofrecer algunas ideas en su libro “A mi pueblo no le gusta el teatro. Otra forma de afrontar la gestión de los teatros municipales” (Editorial Artezblai, 2014).

El autor cuenta con una amplia experiencia en la gestión, tanto privada como pública, de las artes escénicas, y ocupa desde 2007 la jefatura del departamento de teatro de la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales de la Junta de Andalucía. Esta experiencia le permite contar con un amplio bagaje sobre la gestión teatral que pone de manifestó en las diferentes páginas de este libro que, lejos de concebirse como un manual al uso, reúne un conjunto de conceptos e ideas para ayudar al gestor cultural municipal a aumentar la asistencia y la implicación de la ciudadanía con el teatro municipal.

El libro, ya lo anuncia el autor en la introducción, no es un manual que reúna un procedimiento pormenorizado de los pasos a seguir para dirigir un teatro; pero sí que ofrece nociones, conceptos, pautas e ideas para reformular la práctica de los profesionales de la gestión cultural en algunos aspectos de su día a día. El texto se divide en dos partes: una primera que, bajo el título de “El teatro en el ayuntamiento” trata de ofrecer una reflexión sobre la importancia de un teatro municipal público, sus particularidades de gestión y razón de ser con respecto a las del teatro privado, y la necesidad de gestores culturales al frente de estos equipamientos culturales. La segunda parte del libro, “La gestión del teatro”, ofrece algunas pautas e ideas para la gestión de las artes escénicas en las áreas de públicos, comercialización, comunicación, equipo humano y relación con las compañías.

Víctor García ofrece un texto que, aunque probablemente hubiera necesitado una mejor distribución para facilitar la lectura, resulta claro y conciso; el autor no se detiene en teoría o reflexiones generales, sino que accede directamente a cuestiones prácticas. Para el gestor cultural experimentado, algunas de las propuestas pueden resultar muy evidentes y de sentido común, pero su lectura ofrece una oportunidad de cuestionar la práctica cotidiana y de adoptar y poner en práctica nuevas ideas sobre las que el día a día no permite pararse a pensar. Para el incipiente gestor cultural, o aquél que aún está en fase de formación, el libro debería ser de obligada lectura, ya que ubica en la realidad de la gestión de un teatro municipal y ofrece pautas que son preferibles aplicar desde el comienzo del ejercicio profesional, siempre con la premisa de que no todas las ideas ofrecidas por Víctor García requieren de una inversión económica importante, sino de la aplicación de inventiva, sentido común y ganas por mejorar nuestro trabajo.

“A mi pueblo no le gusta el teatro” amplía la bibliografía existente sobre gestión cultural desde la experiencia, ofreciendo un texto eminentemente práctico y que todo profesional debería leer al menos una vez. De todas formas, su configuración, volumen y contenido se asegura como uno de esos libros a los que los profesionales recurrimos cada cierto tiempo para recordar, redescubrir o refrescar ideas que poner en práctica en nuestro día a día profesional. Este libro ocupa un cierto vacío editorial que se requiere seguir cubriendo, ya que libros como éste son necesarios y fortalecen sin duda a la profesión.

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