Artículo publicado en la edición impresa del diario Levante-EMV del sábado 15 de junio de 2013:
Las cosas están cambiando; a la carrera. Un país que parece haberse rendido a los recortes de gobiernos que no saben mirar más allá del corto plazo y una cultura y una sociedad como primeras víctimas de un asesinato que incluso puede llegar a parecer premeditado.
El sector cultural es probablemente el sector cuyos
presupuestos se recortan primero, aquél que los gobernantes consideran más
prescindible y cuyo gravamen impositivo
aumentan de manera más brutal (del 8% al 21%), a pesar de que hay estudios que
indican que un trabajador del sector cultural produce más valor añadido que uno
del sector del turismo y que está más dispuesto a la innovación. Pero eso no
les vale, eso no trae dinero a corto plazo, y un turismo desmedido, no planificado
y agresivo con nuestro patrimonio cultural les puede resultar más deseable.
Los gobernantes no han sabido (o no han querido) ver a la
cultura como un sector estratégico para el desarrollo local y regional, pese a
que organismos internacionales hace décadas que lo propugnan, y no les ha
importado gastar sin planificar, arriesgar sólo por la foto, sin tener en
cuenta a los profesionales, ya que la cultura podía gestionarla cualquier joven
salido de la cantera del partido o que supiera saber escribir medianamente bien,
y, lo que es aún peor, ignorando a los públicos. Y así nos ha ido.
Puede que la cultura, la gestión de la cultura, requiera
nuevos aires y nuevas fórmulas; ya no es posible sostener los modelos
desarrollados en los últimos veinte o treinta años; no lo es, al menos, con la
consideración que de la cultura se tiene en los círculos políticos. La gestión
cultural, ahora, requiere posiblemente de una suma de esfuerzos entre los
diferentes agentes que intervienen en ella (administración pública, sector
privado, público, creadores, distribuidores, etc.), que asegure una titularidad
pública y garantice su sostenibilidad, pero siempre en el marco de un
compromiso con la sociedad y con el mismo sector de la cultura.
Probablemente en esta misma línea de pensamiento se mueve
una nueva empresa que, desde los parámetros de la economía del bien común,
propugna una gestión cultural compartida con la administración pública. Basta
escribir en el buscador de internet “culturadelparéntesis” para descubrir esta
iniciativa esperanzadora, al menos en su concepción y filosofía, que
probablemente haga reflexionar con respecto a la gestión cultural que
necesitamos en la actualidad.
Es una opción, una idea, un deseo, una esperanza…
Probablemente una pequeña luz que se enciende en un túnel excesivamente oscuro.
Esperemos (y deseemos) que la luz no se apague, que, al contrario, se amplíe y
se reproduzca, contagiando a otras iniciativas y ayudando a una nueva gestión
cultural que refuerce y potencie el carácter transformador de la cultura.
Porque, en definitiva, es mucho lo que está en juego.
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