Un nuevo año



Se ha acabado el año 2012, un año que a nivel personal ha sido bastante negativo. Si en mi calendario vital desapareciera ese año, probablemente no pasaría nada. Tal vez sea exagerar, pero la vista atrás y la evaluación a la que obliga un final de año no permite pensar de otro modo. Comenzó el año estrenando una situación de desempleo forzada, fundamentalmente, por la crisis económica y las preferencias de inversión públicas; y así finaliza el año, en la misma situación, sin que haya habido una mínima variación.

Y es que la situación del sector cultural no permite ser muy optimistas: mayores recortes, menos recursos económicos, interrupción de proyectos, falta de ofertas de trabajo, reorganizaciones administrativas con el único objetivo de reducir gasto, desaparición de la investigación, dificultades de ofertas de emigración laboral, reducciones de personal y una ausencia de política cultural y de ayuda y promoción a iniciativas privadas. Cosas de este país.

Pese a la situación de desempleo, me he negado a estar parado: he escrito, he estudiado, he pensado, he participado en algunos proyectos, he presentado curriculums, e incluso he participado en procesos de selección (pocos, pero todos los que han estado a mi alcance). De todas formas, el resultado ha sido similar: no ha fructificado nada en firme, e incluso en alguna selección de personal en la que podía sentirme más aventajado he quedado por debajo de personas, a priori, menos preparadas. Cosas de la cultura.

También me he encontrado con profesionales y compañeros que, de alguna manera, animaban y apoyaban, lamentándose de no poder ofrecer proyectos en los que involucrarme, pese a su interés en compartir trabajo conmigo. Cosas de la situación económica.

A pesar de todo esto, no puedo evitar comenzar el año con cierta dosis de optimismo. Probablemente se trate de un falso optimismo, ya que no ha ocurrido nada que me haga pensar que mi situación profesional vaya a cambiar ni siquiera a medio plazo; pero también es cierto que difícilmente puede empeorar (bueno sí, eso siempre, pero ya entraríamos en límites excesivamente negativos).  Cosas de la vida.

He empezado el año pensando que el 2013 será un año de cambios, nuevas ilusiones y nuevos retos; el año en que vendrá un nuevo tren al que poder subirme para ir firme, seguro y decidido hacia un nuevo destino… el mío. Y este nuevo año traerá nuevas esperanzas y nuevos retos, tanto en el ámbito personal como (especialmente) en el profesional. Y ahora mismo he decidido a prepararme para disfrutarlo, ¿te apuntas? Feliz año nuevo.

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