Políticos y gestión de la cultura

A principios de julio escribía en mi cuenta de twitter que, cada vez más, estoy convencido que a los políticos no les importa la cultura. Está claro que toda generalización es injusta y falta a la verdad, pero la realidad hace difícil pensar otra cosa. Hace tiempo que vengo pensándolo, pero ésta es una de las reflexiones que el día a día nos obliga a aparcar hasta momentos de mayor sosiego, y el verano siempre es bueno para conseguirlo.

Con motivo de las pasadas elecciones autonómicas leí concienzudamente los programas electorales de aquellos partidos con representación parlamentaria en busca del modelo de política cultural que proponían al electorado. De aquél improvisado análisis, que tengo pendiente sistematizar y retomar, llegué a la conclusión que ningún partido ofrecía una verdadera política cultural. Ofrecían, eso sí, propuestas concretas, desestructuradas en muchos de los casos, y grandilocuentes enunciados de buenas intenciones, que parecían no tener relación con la delicada situación que el sector (o sectores) cultural valenciano estaba viviendo (¿acaso no sigue igual?).

Pasada la resaca electoral, y con la configuración del nuevo gobierno autonómico, nos encontramos de nuevo con directores de centros culturales que han sido nombrados obviando las buenas prácticas demandadas desde hace mucho tiempo por asociaciones profesionales, y con el nombramiento de algunos cargos recayentes en personas que carecen de formación que les capacite para la óptima gestión de la cultura. Pero no nos ha de extrañar en demasía cuando la persona que se pone al frente de las competencias en materia de cultura (Conselleria de Turismo, Cultura y Deporte) plantea, en las entrevistas públicas que concede, medidas a tomar en consideración en todos aquellos ámbitos de su competencia a excepción del cultural; puede ser un simple olvido, o una manera de priorizar sectores económicamente más rentables, a pesar que el cultural está demostrando poder ser un sector económico fuerte y con un importante grado de sostenibilidad económica y social.

Pero la total dejadez de los asuntos culturales por parte de los políticos no disminuye cuando un órgano consultivo como el Consell Valencià de Cultura se renueva con políticos profesionales. Está claro que ese órgano ha estado siempre politizado, de manera más o menos indirecta, por los principales partidos políticos, pero el hecho de que se nombre consejeros a políticos y no a profesionales con una dilatada trayectoria creativa, intelectual, reflexiva o de gestión de la cultura deja mucho que desear, más cuando se quedan fuera nombres que cumplen con creces dicha expectativa.

Así, nos encontramos con partidos políticos que gobiernan, o hacen oposición, sin un modelo de política cultural claro, responsables de centros culturales con un alto perfil político y no técnico, y con un organismo consultivo en materia de cultura formado, en parte, por políticos profesionales. Podríamos hablar de una gestión política (o politizada) de la cultura. Si no nos lo creemos, nunca conseguiremos una cultura ni un sector fuertes. Que manifiesten claramente su deseo de dejarle morir; al menos, así, nos ahorraríamos gran cantidad de euros.

Comentarios

  1. Hola José:
    Enhorabuena por el post. Sinceramente opino como tú. Pienso que los políticos no quieren tener una visión global a medio-largo plazo sobre la cultura. Sólo piensan en sus cuatro años, cuando la realidad es que los resultados en materia de cultura se ven en el medio-largo plazo. ¿Cómo se puede saber si las acciones en el fomento de la lectura, la música, el teatro, etc. tienen resultados? Es medible a medio-largo plazo y ese término no existe para los políticos.
    Ánimo con el blog que ofreces opiniones muy valiosas. Un saludo

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