Salir en la foto


Si hace un mes encontraba en el diario gratuito ADN una viñeta que hacía referencia a nuestra profesión, ayer me ocurrió lo mismo con un nuevo trabajo de Ernesto Rodera, que me volvía a hacer reflexionar acerca de algún aspecto de la gestión cultural.

En esta ocasión, la viñeta representaba el momento de una inauguración de una exposición de arte, con la presencia de diferentes figuras masculinas trajeadas frente a los cuadros de la exposición. El texto de la viñeta decía: “En la foto: curator, comisario, director de la Caja, patrocinador, ministro y concejales en la inauguración de la exposición Arte y rebeldía. Fuera de cuadro: el autor”.

El tema de la reflexión era evidente: de cómo en algunos casos el centro de atención ha pasado del artista a otros agentes culturales, sean éstos gestores, patrocinadores o políticos.

En una sociedad en la que lo importante es vender, incluso nuestros productos y servicios culturales se resienten de ello. La necesidad de promocionarse públicamente ha hecho que cobren un especial protagonismo los patrocinadores y los políticos, e incluso los propios gestores que ven una ocasión de proyectar su imagen más allá de su actividad diaria y su institución.

A priori, esa intención de proyectarse públicamente, bien sea a nivel personal bien a nivel profesional, no ha de ser necesariamente negativa. El aspecto negativo, creo yo, surge cuando se pierde la perspectiva del principal agente que da origen a ese producto cultural. Está claro que, en una exposición, el comisario es artífice del producto final, en tanto que selecciona obras, establece un discurso y participa del proceso de diseño y organización de la exposición; pero también es cierto que sin la existencia de un artista que creara esas obras, el trabajo del comisario sería imposible.

Siempre he afirmado que entiendo el profesional de la gestión cultural como un mediador, como un facilitador de recursos que pone a disposición del público, sirviendo de intermediario/mediador entre el creador y el ciudadano. Y es esa función la que debería desempeñar en todo momento, incluso en la promoción y proyección pública de su trabajo. En este sentido, considero que una imagen como la representada por Ernesto Rodera en su viñeta del 23 de octubre no debería darse: estoy de acuerdo en que deben estar presentes todos aquellos agentes que han participado en la creación o financiación de una actividad cultural, pero también el propio autor que ha dado origen al producto inicial; en este caso, el artista que pintó los cuadros con los que luego se ha concebido un nuevo producto cultural (la exposición).

Esto es cada vez más difícil en una sociedad tan mediática como la que vivimos, pero, aún así, es necesario reflexionar y actuar en consecuencia.

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