Los clubes de lectura

Hace tiempo que se está generalizando la práctica de constituir, en las bibliotecas municipales, grupos o clubes de lectura como actividad de fomento de la cultura. Estos clubes no son más que grupos de personas que leen un mismo libro durante un tiempo determinado, al mismo ritmo, y que se juntan periódicamente para comentar la lectura realizada. Así, se combina la lectura individual y el comentario grupal, con todo lo que conlleva una reunión de este tipo.

Las reuniones pueden ser semanales (preferiblemente), quincenales o mensuales, y en ellas los diferentes miembros del grupo comentan y debaten algunos aspectos del libro (acción, personajes, estilo literario, etc.). Al finalizar la reunión, se acuerda qué parte del libro leer en la semana siguiente, y únicamente en la siguiente reunión se comentará, con el compromiso de todos los miembros a no comentar ningún aspecto reflejado más allá del límite acordado.

Todos los miembros del grupo deben leer un mismo título, en la misma edición, que pueden obtener, bien comprándolo, bien obteniéndolo mediante el préstamo de la biblioteca.

Los grupos pueden ser de adultos o de jóvenes, y puede variar según el tipo de lectura, la lengua y los objetivos del grupo, entre otros posibles aspectos. El número ideal de miembros debería estar entre veinte y veinticinco para los grupos adultos, y entre diez y quince para los niños y jóvenes.

Una persona adulta coordinará el grupo. Esa persona será la encargada de moderar las reuniones, transmitir el mensaje del libro, plantear preguntas, motivar la participación, y organizar cualquier otra actividad extraordinaria que tenga por objetivo incidir en el trabajo del grupo. El coordinador deberá preparar cada sesión antes de la reunión, destacando algunos aspectos de la obra y preparando preguntas para motivar el debate y la participación.

Las reuniones deberían ser, preferiblemente, semanales y su duración no debería exceder de los 90 minutos. Es conveniente que los miembros estén sentados en forma circular, de forma que se facilite la interacción entre todos ellos, y que se conozcan entre sí, al menos cómo se llama cada uno de ellos. El lugar ha de ser agradable y cómodo para todos ellos y que sirva de referencia para la actividad; por ello, una sala de la biblioteca es la mejor opción.

Estas son algunas pautas que se pueden tener en cuenta a la hora de iniciar un grupo de lectura, aunque algunos otros consejos pueden obtenerse de Internet y de la experiencia de bibliotecarios y gestores culturales que hayan desarrollado grupos en municipios, instituciones culturales o colectivos ciudadanos. Algunas muy buenas ideas a través de una “receta” están disponibles en el portal Travesía de bibliotecas del Ministerio de Cultura español; pero, sin duda, la mejor receta ha de llevarse a cabo; los ingredientes son relativamente sencillos de obtener, ¡encendamos el fuego y cocinemos!

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