Manual del gestor cultural

 

La gestión cultural, a pesar de los años, sigue necesitando de un corpus bibliográfico importante para el desarrollo y la formación de la profesión. Es cierto que en las últimas décadas ha habido intentos y propuestas editoriales muy interesantes para el desarrollo de una profesión surgida de la práctica, pero a nuestro juicio siguen siendo textos sectoriales y dispersos que hacen difícil su puesta en común, así como la conformación de un corpus bibliográfico que establezca las bases para el desarrollo práctico de la profesión de manera global.

Recientemente, el libro Manual del gestor cultural, escrito por Antonio Camacho Ruiz y publicado a finales de 2021 por EditorialAlmuzara, intenta suplir ese posible vacío con un libro que se califica de manual sencillo y práctico para la práctica profesional. Y es verdaderamente ese el objetivo que cumple su autor; entre sus páginas vamos a encontrar aspectos prácticos sobre algunos de los ámbitos fundamentales en el que desarrollamos nuestra actividad los profesionales de la gestión cultural.

El primer capítulo del libro pretende reivindicar la profesión de la gestión cultural de entre todo el maremágnum conceptual y de consideración profesional en la opinión pública, como no podía esperarse de otro modo de una persona vinculada activamente a la Federación Estatal deAsociaciones de Profesionales de la Gestión Cultural (FEAGC); es importante la apreciación explícita en sus páginas de que un gestor o gestora cultural no debe ser especialista en todos los ámbitos o subsectores culturales, sino tener una perspectiva amplia y lo suficientemente formada para saber qué hacer y de qué especialistas rodearse temporalmente.

Una parte importante del libro aporta algunos apuntes e ideas sobre los ámbitos de intervención directa de la gestión cultural: la redacción y ejecución de proyectos, la financiación, la regulación normativa, la comunicación y el marketing. Si bien no deja de ser una aproximación a cada uno de los campos de actuación, incide en los aspectos fundamentales y da algunas ideas para el día a día de una forma sencilla y práctica. Es interesante que el texto incluye la mención a otras competencias que deben desarrollar los profesionales de la gestión cultural y que en la mayoría de las ocasiones no suelen ser tenidas en cuenta, como son la capacidad de negociación, de gestión del conflicto, la dirección y liderazgo, el protocolo, la inclusión, la gestión de la participación, el uso de las tecnologías o la adaptación a las emergencias.

Una última parte hace referencia a los diferentes subsectores culturales y a cómo se supone que un profesional de la gestión cultural debe afrontar su gestión. Evidentemente en algunos aspectos se queda en la mera generalización o en las bases fundamentales básicas, pero entendemos que es precisamente ese el objetivo del libro; en este sentido, hay ámbitos con suficientes trabajos ya publicados para llegar a un conocimiento más específico.

A modo de reflexión final, un último capítulo hace referencia a nuevas expresiones y formas de llegar al público que ha ido adaptando el sector cultural y que deben ser tenidos en cuenta por la gestión cultural como estrategias propias o, al menos, conocerlas y saber convivir con ellas.

Manual del gestor cultural cumple con unas iniciales expectativas de texto introductorio a la práctica de la profesión, pero probablemente se queda corto para los profesionales en activo. Efectivamente, se trata de un volumen idóneo para las personas que se aproximan a la profesión por primera vez en su desarrollo formativo y profesional, y debería ser una lectura obligatoria en los primeros meses de formación de los diferentes postgrados en gestión cultural disponibles en el mercado formativo. En este sentido, el subtitulo del libro pueda ser, a nuestro juicio, inapropiado y probablemente contraproducente para la profesión en el sentido de poder dar pie a la interpretación de que con la lectura de este manual cualquier persona podría adquirir los recursos necesarios para dedicarse profesionalmente a la gestión cultural, un riesgo que seguimos teniendo en el día a día con la incorporación de personas sin la capacidad profesional o formativa mínima para un desarrollo óptimo de la gestión cultural; entendemos que se trata de un recurso editorial, pero desafortunado, así como hablar de la gestión cultural como una profesión en creciente auge cuando aún no hemos sido capaces de protegerla definitivamente como profesión frente a intromisiones profesionales o falta de definición concreta, pese a la meritoria labor de asociaciones profesionales y la misma FederaciónEstatal de Asociaciones de Profesionales de la Gestión Cultural (FEAGC) y nos encontremos probablemente ante una sobreoferta de profesionales en contraposición a una demanda muy limitada.

En todo caso, nos encontramos ante un manual ciertamente interesante, necesario y apropiado para enriquecer la producción editorial sobre nuestra profesión. Concebido y redactado por un gestor cultural profesional, que siempre es de agradecer porque sabe lo que escribe y permite introducir aspectos interesantes de la práctica diaria que en otros casos no se verían reflejados, se trata de un volumen de lectura obligatoria para los actuales o futuros estudiantes de postgrados de gestión cultural y de referencia diaria para los gestores y gestoras culturales en activo. En definitiva, un volumen generalista que no debe faltar en la biblioteca profesional de cualquier persona que se dedique profesionalmente a la gestión cultural.

 

José Martínez Tormo. Gestor cultural 

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